Eme Ese es uno de los pioneros del Strit art latinoamericano, aparecido en barrios populares decidió que Quito sea su taller, su galería. Sean las ciudades su campo expandido. Desde sus inicios supo que la cuestión no era poner su nombre aquí y allá, sino, más bien, invadir la cuidad, llenarla de imágenes sin pedir permiso. Fue cuando supo que las invasiones tienen su costo y pese a sus sucesivas victorias con la policía también cayó. Se preguntó ¿qué sentido tiene ser un bomber? y lo que encontró no fue respuesta, sino gente que hacía lo mismo.
Con Pin8, Ralex e Infame fundó el colectivo Fenómenos (referente indiscutible para hablar del arte urbano sudamericano).
Sus vacas (personaje icono de su obra) aparecían cada vez en más ciudades del mundo y lo que sus allegados pensaron era un capricho de adolescente, hace rato que pasó a ser su forma de vida.
Estudió artes, nunca dejó de pintar, de rayar, por lo que pocos podían decir que no sabían de él o que no habían visto alguna de sus obras.
Sus trabajos más importantes están en la calle, pero aun así ha recorrido galerías a nivel mundial.
Se sumó al tatuaje anunciando la premonición de Futurama, “hoy en día a la gente sólo le interesa el arte tatuado sobre hombres gordos” y mientras eso suceda hay cientos de personas por ahí como obras andantes.
Convencido que formas otras de presentar y circular el arte son posibles, adoptó estilos que mundialmente empezaban a destacarse. Sus exposiciones fueron Madrigueras Tóxicas (fiestas que combinan arte, djs y %:&$#;%!). Lo efímero del arte estaba claro, también la calle y la fiesta como oposición al cubo blanco. Adentro estaban las obras colgadas sobre paredes impecables, mientras que afuera los escenarios se multiplicaron, nada más había que tomarlos y esa fue la acción que marcaría a toda una generación de artistas.
En el medio artístico ecuatoriano, las quejas por inexistencia de espacios para procesos culturales son grandes, las políticas públicas de fomento para las artes son casi nulas, por lo que ser artista es como jugar a la lotería. Sabes que vas a perder y aun así compras el guachito. Sabes que no ganarás y estás pendiente de la salida del número en cada bolita. Al final pierdes o a lo mucho aciertas en un número aislado, pero ya tienes el boleto.
En ese contexto no hay duda que ser artista es una decisión política, salir a la calle y tomar por la fuerza lo que no te pertenece (o te pertenece por derecho) también. "Hay que quebrar al sistema" dijo Eme Ese alguna vez y su trabajo demuestra que supo cómo. La coherencia de su obra está latente. Muchas de sus acciones outsider reinventan lo que creemos normal y natural.
El cierre de una de sus exposiciones resultó en la quema de las obras no vendidas. Pese a eso, quedan muchas más. Su trabajo sigue y asegura todavía no es su mejor momento. Mientras tanto, en la fogata, la destrucción deliberada de su trabajo evidenció una de las características esenciales del arte urbano y que fácilmente se aplica a la vida: Tener claro que lo único que quedará de la obra será, con suerte, una fotografía.
Tián Sánchez
Quito, julio 2019